Qué es la crónica latinoamericana

Las crónicas latinoamericanas se centran en relatar las vicisitudes de “gente común”, es decir, muestran interés por lo cotidiano y lo cotidiano, periodísticamente hablando, no es noticia porque los hechos comunes y las personas que no tienen poder no encajan dentro de los parámetros de noticiablidad de los medios. La crónica, entonces, se rebela frente a esta dinámica.

Va más allá de lo que Stella Maritini define como “noticia” en su libro “Periodismo, noticia y noticiablidad” como “la construcción periodística de un hecho cuya novedad, imprevisibilidad y efectos futuros sobre la sociedad lo ubican públicamente para su reconocimiento” (2000:33). En este sentido, si bien ambos tipos de relato se caracterizan por ser una construcción periodística, la crónica busca alejarse de la dinámica de trabajo típica de las redacciones e ir en busca de las historias en el lugar de los hechos. Implica, si se permite la expresión, “comprometerse” con la historia que se quiere narrar.

Por eso, la crónica latinoamericana rompe con la rutina estructurada del trabajo periodístico, cuyo proceso de construcción (mediante los procesos del newsmaking, gatekeeping, el acceso a fuentes autorizadas, el establecimiento de los criterios de noticiablidad, etc.) describe y profundiza Stella Martini en su libro. La crónica, además, trata de posicionarse lejos de dos características (“problemas”, indicará Martini): la noticia como mercancía y su espectacularizacón.

Otro punto que refuerza esta idea es lo que indica Caparrós en función de la característica afirmativa de las noticias, ya que a diferencia de lo que sucede con lo que es típicamente periodístico, la crónica se permite la duda. En el prólogo del libro “La Argentina crónica”, Martín Caparrós alega que existe la superstición de que no hay nada que ver en aquello que uno ve todo el tiempo, que la información busca lo extraordinario y la crónica, en cambio, pone la lupa y el interés en la cotidianidad, en lo que denomina “la maravilla en la banalidad”, en historias que puedan sintetizar el mundo, al poder, a su vez, contar otras historias. Esta idea es la que permea el pensamiento de Antonio Salcedo Ramos. Por ejemplo, en una entrevista con el diario “Los Tiempos” de Bolivia, publicada el 28 de abril de 2013, el periodista colombiano sintetizó el valor de la crónica frente a lo que él denominó “noticia de coyuntura”: “La noticia es la materia prima del periodismo, pero se envejece pronto. La crónica vale como información para el momento y como memoria para el futuro. La crónica le pone rostro y alma a las noticias”.

En “Collage sobre la crónica americana del siglo veintiuno”, Darío Jamarillo Aguledo aporta su opinión y cree que el objetivo de la crónica es “contar en primera persona las realidades en las que se sumergen sin la urgencia de producir noticias” (2012:11). Otro punto a considerar es lo que, en ese mismo texto, Caparrós explica sobre la mirada periodística, ya que el periodismo de la actualidad mira al poder: “La información consiste en decirle a muchísima gente qué le pasa a muy poca: la que tiene poder. Decirle, entonces, a muchísima gente lo que debe importarles es lo que le pasa a ésos. La información postula una idea del mundo: un modelo de mundo en el que importan son esos pocos” (2007:11).

Por otra parte, Caparrós carga contra la extensión y profundidad de los textos: mientras que el periodismo sintetiza lo que sucedió, la crónica lo pone en escena. En esta misma línea de pensamiento, Rossana Reguillo, en “Textos fronterizos: la crónica una escritura a la intemperie”, expone que la crónica relocaliza el relato, que significa participar de algún modo en lo narrado, contrario a la idea de objetividad y neutralidad del periodismo. Participar, a su vez, significa poner en crisis la noción de autoría: “La crónica es un texto sin autor o aspira a convertirse en un texto sin autor, en una casa que se construye a medida que se la habita, abierta a otras definiciones, entre más cerca está de lo narrado, más lejos queda de la clausura de sentido” (2000: 62).

Martín Caparrós, escritor y periodista argentino Martín Caparrós, escritor y periodista argentino

Al respecto, Caprrós agrega que el lenguaje periodístico habitual está anclado en la simulación de esa famosa “objetividad” (neutralidad). En la crónica, la primera persona se hace cargo, se pone en evidencia que hay un sujeto que mira y que cuenta. Al igual que el periodista y escritor argentino, Reguillo sostiene que la crónica fisura el “monopolio de la voz única” y que hace visible “lo que suele quedar oculto en la narración”. “La crónica ha traído una forma de registro en la que ha podido contarse una historia paralela que pone en crisis al discurso ‘legítimo’”, que es el de la prensa hegemónica (2000: 63).

Otro punto para entender la idea de que el prototipo de la crónica ya no es la noticia, sino el hecho de encontrar lo asombroso en lo cotidiano es lo que Rossana Reguillo (2000) encuentra de verdaderamente irruptivo de la crónica y es el tema de las fuentes de información: la crónica rompe con el periodismo de fuentes autorizadas y “relata desde otra geografía los mismos acontecimientos”, incorporando así, “nuevos puntos de vista”.

Bibliografía
Agudelo, D. (2012). Antología de crónica latinoamericana actual. Madrid: Santillana
Caparrós, M. (2007). Prólogo. En La Argentina crónica. Historias reales de un país al límite. Buenos Aires: Planeta.
Martini, Stella (2000). Periodismo, noticia y noticiabilidad. Buenos Aires, Norma.
Reguillo, Rossana (2000) “Textos fronterizos. La crónica, una escritura a la intemperie.”. En Diá-logos de la comunicación, Lima, nº 58 (www.felafacs.org ).
Rotker, S. (2005). La Invención de la crónica. México: FCE.
Peñarada, R. (2000). “Géneros periodísticos: ¿qué son y para qué sirven?” Accesible en http://www.saladeprensa.org/art180.htm

*Este texto es parte de trabajos realizados para la asignatura “El lenguaje del periodismo gráfico” de la Maestría en Comunicación, Cultura y Discursos Mediáticos

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