crónica latinoamericana

Antecedentes de la crónica latinoamericana y otros géneros emparentados

Según ya he publicado, las crónicas latinoamericanas se centran en relatar las vicisitudes de “gente común”, es decir, muestran interés por lo cotidiano y lo cotidiano, periodísticamente hablando, no es noticia porque los hechos comunes y las personas que no tienen poder no encajan dentro de los parámetros de noticiablidad de los medios.

Desde la antigüedad hasta la actualidad (bien sintetizado en el artículo de Raúl Peñarada “Géneros periodísticos: ¿qué son y para qué sirven?” del 2000), a lo largo del camino que recorrió el periodismo gráfico para encontrar su propio discurso, se produjeron una serie de procesos la profesionalización del escritor y del periodista, la aparición de la figura del reporter, el surgimiento de la prensa popular y masiva, el concepto de objetividad, el cruzamiento y mixtura de géneros, etc. Además, esta actividad y la literatura tuvieron muchos puntos de encuentro y de conflicto.

Va más allá de lo que Stella Maritini define como “noticia” en su libro “Periodismo, noticia y noticiablidad” como “la construcción periodística de un hecho cuya novedad, imprevisibilidad y efectos futuros sobre la sociedad lo ubican públicamente para su reconocimiento” (2000:33). En este sentido, si bien ambos tipos de relato se caracterizan por ser una construcción periodística, la crónica busca alejarse de la dinámica de trabajo típica de las redacciones e ir en busca de las historias en el lugar de los hechos. Implica, si se permite la expresión, “comprometerse” con la historia que se quiere narrar.

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En el libro “La invención de la crónica”, Susana Rotker indica que a partir de 1880, la prensa latinoamericana y los escritores, “empezaron a dejar de ser tan sólo difusores de las ideas políticas y partidarias para buscar su propio espacio discursivo” (2005, 85). En este mismo texto, Rotker explica que en este contexto (y también gracias a los avances técnicos y la incorporación del telégrafo), surgió la figura del reporter y que en los diarios confluían los editoriales, noticias (breves, “objetivas”), textos literarios, crónicas y folletines.

En el caso de la crónica latinoamericana, su surgimiento está atado a la crisis y la transformación y consecuencias del proyecto neoliberal que vivieron las sociedades y economías latinoamericanas a finales de la década de 1980 y comienzos de la década de 1900. Estas políticas profundizaron los niveles de pobreza y marcaron nuevos identidades y grupos sociales, protagonistas de estas narraciones. Es decir, la crónica se convirtió en una matriz para contar la realidad social latinoamericana.

Al respecto, Rossana Reguillo en “Textos fronterizos: la crónica, una escritura a la intemperie” se refiere a la crisis en las formas del relato como el contexto que dio lugar al resurgimiento de la crónica, como “una forma discursiva que, al tiempo que busca el análisis de la realidad social, quiere convertirse en eficaz y estético dispositivo de la reflexibilidad”, (2000: 63) que da voz a los “grupos mudos”, que no son las voces autorizadas y legítimas, fuentes características del periodismo. Como sintetiza Reguillo, “la crónica se levanta para ofrecer el testimonio del desasosiego latinoamericano” (2000: 64).

Sin espacio en los diarios, en la actualidad, las crónicas se publican en revistas literarias, blogs temáticos y libros (por lo general, compilaciones).La crónica latinoamericana presenta algunas similitudes y diferencias con otros géneros emparentados, que pueden catalogarse como “periodístico/literarios” y que han influenciado en su evolución (Rotker, de hecho, define al género crónica como “lugar de encuentro del discurso literario y el periodístico” (2005:113)): las crónicas de Indias, el folletín, las crónicas modernistas y de viajes, el cuadro de costumbres francés e inglés, las aguafuertes, el periodismo de denuncia, el periodismo documental y la non fiction.

En el prólogo del libro “La Argentina crónica”, Martín Caparrós repara en las crónicas de Indias, los relatos de los primeros viajeros por el continente americano, “un intento heroico de adaptación de lo que no se sabía a lo que sí” (2007: 8). En ese sentido también se puede hacer referencia a las crónicas de viajes, relatos que se han realizado desde hace siglos.

Respecto a los cuadros de costumbres francés e inglés, en “La invención de la crónica” Susana Rotker indica que estos relatos “cumplían un rol racionalizador similar al resto de la literatura de la época: ordenar el espacio de representación nacional” (2005:106). La autora agrega, en referencia a la influencia de la chronique periodística francesa de mediados del siglo XIX, que aparece para introducirse “en el mercado como una suerte de arqueología del presente que se dedica a los hechos menudos y cuyo interés central no es informar sino divertir” (2005:106).

Por otro lado, durante el siglo XIX, en ese mismo escrito Rotker indica que la prensa europea tendía a editorializar más y la norteamericana privilegiaba la noticia y que la prensa más moderna, además, estaba haciendo periodismo documental, entendido como una narración, en un afán por contar historias. En este contexto, hacia 1890, surge la crónica modernista, “que se distancia de la ‘externidad’ de las descripciones, defendiendo el yo del sujeto literario y el derecho a la subjetividad” (2005:109) para diferenciarse de los reporters.

En el libro “¿Cómo se vinculan el periodismo y la literatura”?, Delucchi (2010) menciona también al periodismo cultural y su doble función: divulgar los productos ya legitimados y novedosos y ser un terreno de exploración para nuevos temas. Otro de los géneros emparentados con la crónica es el folletín, cuya etapa inicial Delucchi la ubica a partir de 1830, influenciada por varios factores, como el económico, el social y el político. Para facilitar su consumo, estos textos, dirigidos a los sectores de menores recursos, se caracterizaban por el “sistema de entregas”, semanal o quincenalmente. Los personajes y temas estereotipados, la simplificación del lenguaje, el planteo maniqueo y el suspenso eran sus principales características. En Argentina, el folletín –expone este autor- comenzó a mediados del siglo XIX en diarios como La Prensa y La Nación.

Las aguasfuertes de Roberto Arlt (término que proviene de las artes pláticas y que refiere a una técnica de grabado) también se relaciona con la crónica. “Este género consiste en un texto descriptivo que comunica escenas y personajes de la cotidianeidad con un fuerte componente crítico, revelando aspectos inadvertidos por el hombre común”, indica Delucchi (2010:73).

La Non ficiton, según Delucchi, es un género que surgió “mediando el siglo XX”, en Estados Unidos, y que selló la relación entre “la escritura literaria y la periodística” que nació como una tendencia que tenía como objetivo “descifrar la verdad a través de los antecedentes de un suceso, la exploración del contexto, el análisis de lo sucedido y una profunda interpretación del sentido de los acontecimientos” (2010:76). Este género, comenzó como un ejercicio, un experimento para ofrecerles a los lectores algo diferente a la transmisión de los hechos de forma “objetiva”, precisa, sin la opinión de los escritores. Además, venía a llenar el vacío provocado por la “decadencia de la novela” y “cuestionó códigos: la supuesta neutralidad del periodismo y la ineficiencia de las fórmulas literarias” (2010: 79).

Bibliografía
Agudelo, D. (2012). Antología de crónica latinoamericana actual. Madrid: Santillana
Caparrós, M. (2007). Prólogo. En La Argentina crónica. Historias reales de un país al límite. Buenos Aires: Planeta.
Martini, Stella (2000). Periodismo, noticia y noticiabilidad. Buenos Aires, Norma.
Reguillo, Rossana (2000) “Textos fronterizos. La crónica, una escritura a la intemperie.”. En Diá-logos de la comunicación, Lima, nº 58 (www.felafacs.org ).
Rotker, S. (2005). La Invención de la crónica. México: FCE.
Peñarada, R. (2000). “Géneros periodísticos: ¿qué son y para qué sirven?” Accesible en http://www.saladeprensa.org/art180.htm

*Este texto es parte de trabajos realizados para la asignatura “El lenguaje del periodismo gráfico” de la Maestría en Comunicación, Cultura y Discursos Mediáticos

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